viernes, 16 de septiembre de 2011

ERROR EN LA MEMORIA

 
Título original
“Error en la Memoria”

1era edición
Noviembre de 2009

Héctor Baz Reyes – heki@adinet.com.uy
Las fotografías de este libro son propiedad de Zully Castagnet
a excepción de la foto de cubierta e imagen en página 4.

Diseño de cubierta
 Darwin Brazeiro

Impresión
Impresora Líder S.r.l. – Artigas

Depósito legal
0066



 
“Error en la Memoria”
Poemas




 

H é c t o r    B a z



Es natural que el tiempo pase
pero podría detenerse a veces y preguntar por alguien conocido.
Tomarse un café con nosotros, mientas espera.
Es natural que el tiempo pase.
En alguna parte la urgencia,
es insostenible.






Dedico este libro a la soledad.
Testigo complaciente, muda algarabía de mis horas.



                                     Títulos

  Memoria 1 - Temor de extrapolación
·         Temor de extrapolación
·         Ausencia de mí
·         Sentido del tiempo
·         Visita de ausencia

  Memoria 2 – Mi habitante yermo
·        La fiesta imposible
·        Amantes en complacencia
·        El anfitrión
·       Contemplación
·        “Lejano infancia…”

  Memoria 3 - Libídine
·         Sinfonía a dos pieles
·         Delicias
·         Palabras
·         Coartada
·         Grafiti

 Memoria 4 – Pecado de existencia
·       Creación
·       Despedida
·       Persistencia
·       Conectividad para solos y solas
·       Diverso y cuestión de gusto

  Memoria 5 – Pagana fe
·       Ascenso
·       Justiça
·       Sacrilegio anónimo
·       La culpa
·       Excesos
·       Milagro
·       Ventanas paralelas
·       Lo natural de las cosas
·       Presunto Implicado
·       Limpió su instrumento ajeno a la tragedia
·       Samsara
·       ¿Qué ves cuando te ves?
·       El visitante
·       Teorema de la soledad y su exposición
·       Hoja de vida
·       Rarezas
·       Al solitario
·       Cruz y ficción




             Prólogo


            Podemos decir que el escritor es un obsesionado, obsesionado por transferir con palabras cuanto percibe en su entorno. No solo se empeña en captar con palabras aquello que ve o que mira, sino también lo que sueña. Aunque su desasosiego no proviene solamente de lo que a su espíritu concierne, sino de su vocación de ser muchos, todos distintos, pero también iguales, y está destinado a la lucha permanente contra estos seres diversos.  
            Si reflexionamos acerca de cuál es el criterio que determina la naturaleza o la función de la poesía, nos encontramos con que no existe un criterio que valide el concepto o que la pueda definir de manera distintiva y suficiente. Tampoco lo logramos demoliendo cánones ni aguzando nuestra capacidad analítica. Pero, con seguridad, reconocemos la poesía por el indeclinable placer que nos causa, porque es parte de una red prodigiosa, viva, puesta al servicio de la comprensión del ser, para elevarlo de los pantanosos lugares comunes de la rutina y permitirle entrever los misterios de la fascinante condición humana.
            Según Maragall, “La poesía es un manantial que siempre está naciendo” y todo poeta canta, de una manera distinta, los mismos temas.
            Héctor Baz es un joven escritor –ya galardonado en varias instancias- profesor de Literatura, egresado del CERP -graduado en el Concurso Docente de 2004- cuyo talento se hace explícito en la voz verdaderamente humana de su poesía, reveladora del compromiso del poeta consigo mismo y con lo que está fuera de él.  
            En “Error en la memoria”, Héctor Baz, crea laberintos de papel que van más allá de su propia existencia, porque superando identidades, tiende puentes entre las almas. En cuanto al sentido, implícito en la esencia y el contenido de su poesía, lo expresamos con palabras de Octavio Paz: “Podría definirse al poema como un organismo verbal productor de silencios”
            Este organismo verbal se distribuye en cinco partes: Temor de extrapolación;  Mi habitante yermo, éste, se cierra con la prosa de las memorias de la infancia; Libídine;  Pecado de existencia;  Pagana fe,  y el libro concluye con los versos de Milagro. Cada segmento se instala con su propia función, y su carga de símbolos trascendentales. Los contenidos de la fuerza espiritual de Héctor Baz le impiden traicionar su meta por medio de falaces justificaciones; sabe que una palabra innecesaria puede estropear un buen texto, y un texto innecesario estropea a un buen lector.
 




            La poesía, de este poeta, no se embandera en golondrinas ni en incipientes madreselvas, ni se arrodilla ante el amor idealizado, sino que expresa sentimientos, absolutamente auténticos, mediante una sintaxis austera y palabras sencillas, procedimientos característicos de la poesía española tradicional, lo novedoso es la combinación de los recursos: experimentar  en el laboratorio de la poética significa tener en cuenta que las palabras no son cuerpos inertes, como piezas de ajedrez movidas a criterio de quien las usa, las palabras son entes reales que viven dentro de un contexto en el que se realizan con su espacio propio de autonomía, desde donde evolucionan, ensanchan o estrechan su zona de significación. Este poeta sabe que de nada sirven las ideas estéticas más seductoras, ni la más luminosa inspiración, porque el arte de escribir más que vocación, exige estudio, y la adopción de una posición estética fiel al temperamento del escritor. 
            Héctor Baz cumple con la misión del poeta: sigue la senda, por más dolorosa que sea, sabe que el trabajo de hacer poesía es difícil, duro, hasta fiero a veces, sin desvíos ni eses divertidas, su condición es la del escritor contumaz, y al fin del fin la misma estría firme, hasta llegar aquí la incisión y entonces la obra concluida, el libro terminado, la única osadía: esta huella de tinta en el camino de la poesía responde al coraje, la audacia y rebeldía, uno de los principios del Manifiesto futurista, escrito por Marinetti. 
            También podemos preguntarle a su poesía, y ella nos hablará del poeta Héctor Baz, aunque lo hará con palabras que expresan la voluntad de no contarlo todo, dejando… mis adultas fechorías cubiertas por el pincel. El tono nostálgico puede percibirse en las referencias ordenadoras de las distintas etapas vitales, donde no queda abolido el tiempo, puesto que los registros temporales subyacen en las marcas espaciales de los adverbios. Se intuye la vibración emotiva en algunos aspectos significativos de su vida que no se hallan explícitos, pero cobra mayor envergadura su talante personal, postura filosófica e ideología literaria. Se estima el valor de su concepción poética inclinada hacia la vanguardia -y lo confirma, tanto el empleo del caligrama, como la oportuna combinación de palabras que puestas sobre relieve van a desautomatizar el lenguaje, creando la metáfora inusitada- aunque nada tiene que ver con modas ni etiquetas. Esta poesía va mucho más allá de cualquier tendencia y nos hace sentir que no encaja dentro de los moldes canónicos del futurismo, ni de ninguna otra corriente vanguardista. El genio lírico de este poeta que conoce la entelequia de las palabras, ha querido prescindir de otros signos abandonando la emisión de los versos al ritmo del aliento. Aquí, ni la palabra domeña al ritmo, ni el ritmo la seduce, ambos se necesitan en el proyecto dictante de la estructura poética, y ambos convergen en la sugestión que provocan en el alma del lector.
              
                                                                                     Celeste Paiva.


 



TEMOR DE EXTRAPOLACIÓN






Temor de extrapolación


Trazo fino cordel
sin nudos sin cortes fingidos
allá mi infancia allá mi lozanía
mis adultas fechorías cubiertas por el pincel
mi extraña invalidez perfidia futurista
senda de mi vida en una veta contusa
sin desvíos ni eses divertidas
allá mi infancia allá mis joviales utopías
y al fin del fin la misma estría firme
aquí la incisión  / Mis manos acaban
la saga refrendada
la única osadía.







Ausencia de mí

Me acerco al espejo.
Reviso mis nuevas arrugas
y las presento a mi memoria.
Descuelgo de la pared mis viejas fotos y les hablo
de los días que no conocieron.
La ropa en los anaqueles dibuja cuerpos escondidos
y mis nuevos zapatos se preparan para la huida.
Mi voz discute la presencia de los niños
y prefiere el silencio.
Regreso al espejo y su imagen
tomó unas vacaciones.
Dónde están las cosas sencillas,
las que antes me eran familiares.
Me acerco al espejo, allí,
donde antes estaba...
y aquel que fui,
tampoco asistió a la cita.









Sentido del tiempo


   Hay extraños perfumes
que me recuerdan un pasado.
No sé si son imágenes
o pequeñas ráfagas de pensamiento,
quizás a jazmín
o a tierra mojada.
La noche
y el aroma a fresco pasto
y rocío.
Hay perfumes...
aroma a gente que ya no está.
Olor a condimento en la cocina
a pucheros,
a dulces y tortas.
Hay olor a ropa que se plancha,
olor a piel y a besos.
Hay otros que se confunden,
aquellos de camas prestadas,
de jabones y colonias.
Y olor también a sufrimiento.
Poco a poco,
una lágrima resbala imprudente,
es ese olor que nos duele...
perfumes de otros tiempos.








Visita de ausencia


Hago planes…
Ansío persuadir mi desconfianza.
Te dibujo en manos visitando mi desvelo.
Porfiado como una herida
desordenas lo que siento.
Persistes  infalible por las noches
como el fiel reflejo en los espejos.
Y  te vas fugaz y sin apegos,
dejando en mi deseo los antojos,
moribundos y acechando tu regreso.


MI HABITANTE YERMO





La fiesta imposible
Voy a abrir una ventana húmeda,
una inmensa abertura por donde pienso pasar sólo un instante,
esgrimiendo un recuerdo, quitándole los colores al presente.
Cruzo el túnel y siendo un niño gris me siento con las rodillas sucias
sobre el moho y la gramilla.
Una pared donde apoyo mi espalda, caracoles y mis nueve años.
Las ideas livianas me llenan de júbilo.
Mi cuerpo en pugna es un amuleto con leves contusiones.
No quiero regresar, es casi la hora de la siesta… es verano y sé que soy feliz.
En un crisol mis únicos tesoros reales se mantienen inmutables.
Alcanzo a ver desde mi infancia el valle y los arroyos donde solía pescar
y las ansias se vuelven urgencias y la mueca de mi risa regodeo
y el gris ya no es hastío y lo que parece sueño es una inerte aventura.
Asciendo sobre livianas piernas muy delgadas
y todo es gigante,
los firmes álamos, un viejo ceibo y hasta el sol de las tres es imposible.
Cuánta conciencia latía por entonces, donde el tiempo se medía en juegos e inocencia…
Sé que avanzo, percibo un rumor de voces familiares y me detengo.
Hay fiesta en la casa, están todos y el eco le trae colores al presente
y ese viejo sentir de posibles reencuentros
al borde de la infamia de las cosas muertas.
Pero no quiero desaparecer en ese instante y prosigo alejando las voces
y alcanzo una rama, un escuálido paraíso… Y obtengo su copa frágil,
el horizonte, las llanuras, y más allá el bosque y el mar.
Fue allí donde se abrió esa gran ventana, allí crucé la margen
hacia un tiempo de azules y verdes distintos, un abismo de rojos
que no quiero ver, que se llenó de tiempo, que se hizo hombre
y quiere el regreso.
Dónde fue, en qué momento cerré el túnel.
En la casa hay fiesta y están todos
y aún esperan.


Amantes en complacencia


Anoche me abrazó la tristeza.
Tenía olor rancio,
a humedad,
a colgada en un perchero,
y a moho.
Me abrazó tan fuerte que creo haberla amado
y entonces la cubrí con mi brazo entumecido.
Rodamos por las sábanas,
me hizo el amor cabizbaja
y me impregnó su hedor a tiempo,
a víctimas,
a qué sé yo cuántos amantes.



El anfitrión


Esta soledad que nos habita
a veces se acoda demasiado placentera,
muda sus ropas, sus improvisadas telarañas
y se instala en un rincón humedecido.
Nos mira intransigente,
abarrota nuestros muebles de nostalgias
y hasta se ríe, impía, soberana,
lubricando su tiempo con nuestras lágrimas.
La vemos, desvencijada, intrigante y en desuso…
¡Pero qué grata compañía es a veces!… Porque allí está,
cuando nada nos queda.



Contemplación
De una tarde en Puerto Madryn

Hubiera bebido hoy este mar insondable,
su soberbia absoluta,
sus ballenas,
sus azules intactos,
sus hartazgos de espuma y viento.
Haber bebido el silencio de la tarde,
los tantos rumores.
Un acantilado de noche,
beber hasta su frío irreverente,          
esta sed impostergable de llenarlo todo,
mis vacíos golfos,
mi península despoblada.
Ser el mar y beberme conmigo
y saciarme,
y quedarme consumido,
desierto.



“Lejano infancia paraíso cielo
Oh seguro seguro paraíso”

A menudo recuerdo el silencio de la casa después de los bulliciosos almuerzos. Quedaban los trastos en la cocina que nunca tenían prisa y en la radio los últimos informes de la sección deportes. No sé exactamente cuál era el placer que aquella soledad me trasmitía. En el verano la siesta en el piso del comedor, casi debajo de la mesa, calmaba el agobio del calor que los techos de zinc acumulaban por la mañana. El sueño tardaba un poco y era propicio para analizar las manchas de las viejas paredes o escuchar las chicharras que se confundían en concierto con el crujir de las chapas ardientes. Aquel placer del descanso en su conjunto se interrumpía con algún pensamiento confuso sobre las disputas familiares en la mesa; la falta de dinero, los acreedores, el trabajo por la tarde y la creciente pobreza del país. Siempre fingía que no era de mi incumbencia y de todas maneras mi opinión no era demandada. Los aromas de la comida que jamás fueron los mismos, reviven mi memoria. El recuerdo de los cuatro hermanos y el de mis padres se congela admirablemente en una postal en sepia. Entre pensamientos diversos llegaba el sueño y se olvidaba el calor y los problemas que a veces sentía ajenos. No sé cuánto tiempo pasaba, pero esas tardes eran soportables gracias a la siesta. 
            Entiendo ahora por qué eran tan singulares aquellas horas, por qué el tiempo nunca las llenó de palidez. Jamás despertaba solo. Su voz apacible y sus manos impregnadas en productos de limpieza. El tímido despertar a la manera de sus besos. El recuerdo de los platos que atestaban el fregadero. La calma aderezada al saber que lo haríamos juntos, mientras compartíamos galletitas sentados en el suelo.         




LIBÍDINE





Sinfonía a dos pieles

Saboreo mi propia carne.
Degusto pechos.
Acaricio vellos sin saciarme,
sus firmes muslos,
su abdomen recto o pronunciado.
Cae vencida mi lengua en su piel,
sus altares,
sus declives deleitan mi boca.
Declaro suyas mis aperturas sin reparos
y me devuelve la misma gloria.
El vaivén de la armonía en acople perfecto,
exhala el perfume del Parnaso,
la divina creación del espasmo.
Todo concluye en su tiempo.
Todo concluye y es apenas preludio.





Delicias

Límpido –
Obsceno es mejor…
Por tu lengua …  látigo vertiente
Desnúdame…  soy un hombre
Que no te asuste mi cuerpo.
Euforia y éxtasis de Olimpo
Dioniso envenenado,  de celos
¿Y qué esperas de un simple muchacho?





Palabras

Muérdelas, exprímelas, chúpalas, sácales términos mórbidos, Apriétalas, degústalas, escúpelas, pídeles cínicos cánticos, Muéstrales bíceps, tríceps, estómago, glúteos tímidos, tórridos pómulos, Exígeles técnicas súbitas, estrépitos, rígidas cóleras, típicos crímenes sórdidos, Excéntricos espectáculos satánicos, sinónimos  esquemáticos, noctámbulos sacrílegos atávicos.
Ámalas.
Amárralas.
Gózalas.
Acábalas.
Vívelas.
Deshuésalas.
Pídeles plácidos néctares, excitadísimo: tráeles dulcísimos cántaros, cánulas epidérmicas, caníbales pasiones...
 Amén.


Coartada

No alcanzó la madrugada.
Yo quería oír tus excusas
y la noche creyéndose un trueno
nos dejó una afonía triste, de ojos sabuesos.
Yo quería oír tus excusas
y la luz no respetó las ventanas y te dio pena
mi rostro como un mezquino trofeo
la fatiga de mis labios sellados y lerdos.
Yo quería oír tus excusas
y te fuiste lacerando aquel misterio,
los espejos tiritaban y el frío de la mañana
me acercó al recóndito sueño, resignado.
Yo quería oír tus excusas
pero la noche,
fue tu mejor argumento.



Grafiti


Escribiré tu nombre en todas las paredes…
De todas las casas.
De todos los barrios.
De todos los países.
De todos los continentes.
De cada planeta en donde encuentre vida.
No para que sepas cuánto te quiero,
ni para que salgas espantado ante tanta locura.
Acaso, para que sepas que te busco
y que aún no sé tu nombre.


Pecado
de
 existencia



Creación

Sumergido en limo de palabras
Llanas, desdibujando términos obtusos
Perdiendo en la cumbre de un labio
El último adjetivo valioso
Salpicando la blancura del papel
Con cataratas de sinónimos imprevistos
Se arrebatan buscando la espesura
Los puntos dislocados en el eje
Crepitan injuriando las sentencias
Las altas colinas de mayúsculas
En soberbia cabalgata del enjambre
Los perfumes asisten, los ruidos, las entrañas
La música percute en las rimas dibujadas
Se colma la calvicie del soporte
Y nace balbuceando con tímida elocuencia…
El poema.




Despedida


Mi sombra despertó temprano aquella mañana.
Observó mi rostro,
 mis escuálidas manos
 y sacó una sombra de rosa que colocó en mi pecho.
Se fue por esa sombra, cantando bajito.




Persistencia
Quien olvida con silencio las voces que han callado,
         la fusta en su memoria lo poblará de gritos.



Acodados al olvido
Punzando en la conciencia
Llevan nombres ilustres
En carne y en panfleto.
Esperan confesiones
En rezos suplicantes.
Resisten…
Mordiendo la memoria.


 








Conectividad para solos y solas





Abrázame, quiero que me toques.
Pero tus manos no me alcanzan.
Puedo verte pero no eres quien recordaba.
Te ves ligero, inconsistente y lejano
como tu voz, que habla pero no dice nada.
Bésame, eso quisiera, porque aún te amo/amor de haberte visto una noche…
Pero hay paredes de luz entre nuestras manos.
Lo que me acerca a ti cuán lejos me deja,
confundo tu respirar con algunos motores
y a veces tengo que leer tus miradas
que antes sólo percibía sin demoras.
Un entrar y tal vez hoy no estemos juntos,
mañana, conectemos nuevas distancias.





Diverso y cuestión de gusto


Yo soy como usted,
aunque eso le moleste.
Ella también es como usted, señora,
aunque a veces a él le moleste.
Comemos del mismo pan.
Bebemos por la misma sed.
Pero nosotros no somos como ustedes, señores,
aunque amamos y nos excitamos como ustedes.
Aunque discutamos con nuestras parejas,
y quizás pensemos adoptar, no somos como ustedes.
Algunos nos parecemos, con miedos o sin ellos.
Otros parecemos sus mujeres, señores…
y nos encanta, porque somos también mujeres.
algunos aún no lo sabemos y sus gritos y sus decretos nos asustan,
pero sólo es eso, aún así seremos distintos o iguales a ustedes, pero distintos.
Que en mi cama nadie se meta.
Ni quiera ver lo que a ella llevo.
Porque somos iguales a ellos…
y tan distintos como ustedes… y es que eso no sabemos.


Pagana fe



Ascenso

Quiero tu voz, tu sangre,
tu enjambre de risas destornillando mi angustia.
Subo al cielo en los brazos de tu optimismo,
y allí,
ante dios,
juramos que este amor
es un maldito vicio.

 
Justiça

Se tem lá em cima
Ou embaixo
Diga se também em mim
Um deus sábio
Ou um guerreiro da forÇa
Talvez uma imagem pagã
Pendurado numa folha
Dormindo na teia de uma aranha
Subindo pelo talo de uma rosa
Assistindo a chuva num canto da rua
Um deus simples
Uma forma da forma
Lembre aquele conto
Onde tem uma menina e um jovem forte
E devolva-nos aquele paraíso
Em troca de nossa morte.                         


 
Sacrilegio anónimo


En la fuente granito,
enquistado,
 el ángel de piedra
contempla altivo la piedad de las estatuas.
Mientras escupe agua por la boca
una insolente paloma delinque sus alas tiesas
amasando el excremento con sus patas.
Las estatuas festejan la herejía.

 
La culpa

Qué dirán de mí
las oficinas…
qué dirán de ti
los funerales…
qué dirán los presos
las estatuas, los maestros…
qué dirán de ellos los tecnócratas
los diarios, los sofistas…
qué los anarcos, los guerrilleros, los pesimistas…
qué pensarán de nosotros los poetas
los atletas, en las revistas, los trovadores
y sus trajes remendados…
qué habrán dicho los juglares, el perro, los curanderos…
qué diremos…
Qué habremos hecho.


 
Excesos



A dónde va el sabor del dulce vino
cuando la copa enturbia los manteles.
y tu risa embriagada que adivino
absorbiendo uvas, fiestas y mieles.

A dónde van tus manos escondidas
 hojas que el viento acoge y estremece
a mi pecho van garfios con heridas
el gran festín de los amantes crece.

La noche contempla atuendos al piso
presente la euforia ausente el permiso
de sus bocas la piel cubriendo gestos.

Agua  y reposo la carne no quiso
el vino aviva al amante sumiso.
Importó a la aurora juntar sus restos.



Ventanas paralelas

(Cuando posea lo absoluto…
Cuando todo pueda asirlo).
Lapso estricto en que la felicidad me colma.
Atestado ya de amores arbitrarios
y sonámbula locura…
De fuegos extintos y vigores que arremeten.
Fatiga impostergable de los tiempos viriles.
Vivaz silencio que me atañe finalmente.
Aunque perfecto parezca todo
y nada a lo perfecto se parezca…
No seré quien vacile.
Socavando bases obstinadas,
alzo próceres en mármoles azules…
Rotundos un tiempo.
Si bien, frágiles por siempre en un segundo.





Lo natural de las cosas

NO ansié-
                un vientre fecundo /
NI hogar-
                henchido en flores y hamacas/
POR allí-
                un perro ladra mis treguas/
Y al éxodo-
                   mis risas y espantos/
HIJO primigenio-
                           celo,  renuevo y madrigales/ 
EXCUSA diferida-
                            a mi sola existencia/
AFECTOS azotados-
                                  exhumo inconsciente/
NO hay presencia-
                                en lo natural de las cosas//





Presunto implicado


tendré que morder los nervios
tragar furias y unas cuantas contiendas
pisar distraído los recelos, las angustias
sobornar tragos acedos y blandas penas
sacar los insomnios debajo de la almohada
aspirar y exhalar las noches con llanto
exhumar las felices
dar una tregua a los viejos amores
o venderme en los mercados
al infame precio de las recias caricias
 susurrarle al oído a unas cuantas distracciones
mientras friega en la pileta su cara
baldía soledad que no sospecho el nombre
tendré que buscar mi índice en las agendas
saber de mí en los diccionarios
grabar esta voz en los teléfonos y llamarme equivocadamente
alguna vez, cuando ya no pueda  recordarme


 

Limpió su instrumento ajeno a la tragedia

Morir de contramano,
de vigilia.
Morir de atentado y silencio.
Morir de misa, de domingo y feriado,
de  prozac, de insomnio y cursilería.
Morir de una nota, limpiando un instrumento.
Morir de muerte en un parto público,
de pie o en la silla, decúbito.
Al paredón de frente y marchen.
Morir aplastado, apestando, apostando y de retrete.
De frac, de calzoncillos.
Morir in fraganti, insurrecto, inmutable.
Morir a fin de mes, los lunes de una carcajada.
Morir asistiéndome, morir enterrándome, aplaudiéndome.
Morir de siesta a las tres de la tarde,
de verdad y de propósito, amarrado al viento.
Morir y no morir.
Morir a pesar de todo, en vano, pusilánime,
de común acuerdo.
Morir de un recuerdo, de sombrero, por las dudas.
Morir de una palabra, de una idea, morir subversivo,
al borde, al filo, incidiendo.
Morir de promesa, de altruismo, sin pena.
Morir y sacudirse y morir de nuevo.
Morir a la espera de otros muertos,
con todos, en defensa propia, de rebeldía.
Morir de epitafio vacante, sin tumba, de rodillas.
De azar, con la frente en alto, de cara y sin rodeos.





Samsara


¡Se pasa la vida!
Y la vida no pasa, se ajusta, se adhiere
Como el espejo juega a ser y no ser reflejo
Sólo en aquel instante donde el rostro se desdobla
Observa y es testigo sin memoria
Apenas un leve recuerdo ajeno
Una astuta trascendencia
Donde el hombre quiere asir su absurda maniobra
Buscar la excusa, un átomo en la mano
Donde toda la verdad se asoma
Y la vida que no pasa y se ajusta y se adhiere
El hambre que adelgaza nuestras horas
Y el tiempo que sólo es tiempo
Como diente filoso nos devora





¿Qué ves cuando te ves?


            Te miro pasar, pateando la lluvia interminable. En mi oscura ventana te observo sin recaudos, detenida bajo el pórtico, guareciendo tu incauta belleza, infinita. Sacudes el agua que escurre silenciosa por tu cuerpo. De rodillas con evidente sigilo te agazapas y en un pensamiento que arrebata un punto fijo donde detienes tu mirada, desapareces. Quiero adivinar tus noches y tus días, la infame suerte que robó el gesto preciso y hasta la huella perfecta donde estaba tu sonrisa y es en vano. Recorro a la distancia la sencilla procedencia de tus huesos, las voces que han dicho tu nombre cien veces y que no conozco. La gente pasa entretanto pero tu mundo es lento, no importan sus piernas que cambian y apresuran el paso. Ellos no cuentan, no hay seres posibles para tu mano tendida, mecánica, sostenida por una idea. ¿Qué serán… siete, diez años? La lluvia cesará y habré cerrado la ventana para entonces. Allí, su mano tendida, su frío consecuente. No existirás tal vez, sino te miro.






El visitante




Vienes desde lejos,
deshaciendo el tiempo en las tabernas.
Sin aliento a palabras, sin cómplices secuelas,
dispuesto a entristecer en las esquinas
donde postergas ilusiones en vagas primaveras.
Hoy vienes desde lejos como un muerto joven,
altruista y urbano, lo enlutas todo
con profunda densidad en mi memoria.
El hielo de tu efigie me abandona a goces de engaño.
Persigo el instante donde un hueco vacío
fue el único atardecer en mis manos.
Vienes a heredarme los insomnios, la palidez de la casa,
y aquellas voces que huían hace un tiempo
se instalan suspicaces, entre vanos, borrosos recuerdos.
Vienes, porque así lo siento. Y contigo llegan…
Manojos de sombras que echamos al viento.






Teorema de la soledad y su exposición




Planteo un algoritmo ultra-ingenuo.
Y si falla calculo formas exactas.
A veces soy muy elemental, lo sé.
Yo + yo, es igual a mí, indudable.

Y es que la soledad es como un rock,
gusta a todos pero a los viejos nos aturde.
Y no es la vejez (que no tengo) mi flagelo,
porque ya la soledad es un tanto visita pasajera.

Mi algoritmo este que tal vez falla
me dice que yo y yo, a veces es un caos,
porque solos no nos entendemos
y la soledad se agranda y eso no es tan bueno.

Calculo estrategias, soluciono inconvenientes.
Planteo endereces y artificios.
Y hasta he llegado a algunos teoremas:
“La matemática del tiempo es nociva, yo + yo = problema”.



 


Hoja de vida


De oficio: pobre diablo
Identidad: sospechosa
Credencial: fuera de serie
Estado civil: izquierda
Sexo: disponible
Referencias: las mías
Salud: ¡salud!
Hijos: latentes
Estudios: cursando la existencia
Edad: usted disponga
Expectativas: carné vencido (en trámite)
Capital: algunos sueños (pagando con intereses)
Disponibilidad: depende
Salario: muy bajo
Ideología: radical independiente
Hobbies: colecciono vicios
Dispongo de transporte.
No hago entrevistas.




Rarezas


Un viejo Trolebús chispea, detenido, colgado.
La varilla ajustando la red.
Fríos asientos, la cármica, mi niñez.
La ciudad pasando por la ventanilla.
Monopatines, viejas chatas, rulemanes.
Cacerolas por Nuevo París.
¿Dicta qué? Fin de mes, el Tren Fantasma.
El Halley y el fin del mundo.
México 86, el color de la TV, la escuela.
Un walkie tolkie, la BMX, los Reyes del 6 de enero.
Tristán Narvaja, los pucheros del domingo, la siesta hasta las tres.
Los perros, el trompo, la bolita,
la lluvia, tortas fritas y el almacén.
Clarín, un tango de Gardel.
Exiliados que regresan, democracia
y un tal Che colgado en la pared.
Los pamperos, el cuaderno de dos rayas,
la merienda con dulce de membrillo,
el buzón amarillo,
viendo pasar el tiempo.


 

Al solitario


Dios sabe que no existo,
que no existe,
que ambos somos un absurdo.
Como quien juega al solitario,
habrá que creerse la partida (esa ficción),
un engaño fugaz, necesario…
Para que exista el juego
y la muerte se encargue del empate,
Justo final entre rivales.
A imagen y semejanza.

 

Cruz y ficción


Caer desplomado, tosco al suelo
mirar al gigante en su miedo
y hacerle la cruz en la gema, floja
saliva hecha de boca y dientes
feroces atuendos del gris despojo
elevarte hacia la fosa del surco cielo
lamer la ira del dios como filos de espadas
y roer la esperanza que nos dejó la tormenta
y si no te viera, ballesta, púa, ponzoña
rasgando el pellejo ardido, sangrado, obsoleto
mi cuerpo en la cruz desciende, cae muerto, infraganti
mi hocico en la tierra y dientes en astilla
mutismo, lacerado.
Pero no hay almas que asistan la espuma
sólo ángeles que se dibujan en el lienzo,
alados,  rollizos y en hartazgo de vida.



 
Milagro
 
Sube al mar y camina
No es Jesús
El mar se ha congelado.
O tal vez sea él de todos modos.










Agradecimiento especial:

Son muchas las personas y poco el espacio…

A mis padres: que allí, aquí y por allá andarán leyendo como siempre mis tantas barbaridades.
A mis hermanos y sus familias: quienes son testigos de muchos versos que tal vez otros no puedan entender de la misma manera.
A quienes me amaron y convivieron: hay un poco de ustedes, ya sabrán encontrarlo y digerirlo.
A mi otra familia: Darwin, Karina, Blanca y hermanitos por tantas y tantas cosas que ustedes no imaginan (mis lectores y críticos severos)
A Celeste Paiva: por su incansable labor como docente, crítica y amiga.
A Jorge Arbeleche: por brindarme su apoyo y dedicar tiempo a mis textos.
A Juan   de Impresora líder: por tu profesionalismo, dedicación y tolerancia.
A todos mis buenos amigos: en especial Alejandra y Ana Laura. A los cibernéticos del Facebook, colegas y amigos del Pub. A Fabricio Capó por confiar en mis poemas y ser tan creativo en su arte.
Y a la Gente del Sur, amigos a la distancia y tantos otros que sabrán disculpar mi descuido y omisión.

El hombre no puede vivir solo, ni solamente. Porque el hombre no es la humanidad, es una parte de ella. Cuando camino hacia el mañana nunca hay silencio, las voces se confunden, me acompañan. Hay voces fuertes como cañones, otras suaves como el viento… otras que han fugado con el tiempo, callan,
 pero aún las recuerdo.
Gracias…


        
“Error en la Memoria” es el primer intento de “ajuste” donde conviven sigilosamente la palabra y el tiempo. No es un libro, aunque formalmente deba describirlo de esa manera. “Error en la memoria” es un objeto, un reloj que en vez de agujas y números, tiene versos agudos y piezas descompuestas. Avanza marcando el tiempo de quienes han sido mis otros (yo mismo y tan diferente) Intentar encontrarme en estas páginas es como detener la vida misma, a tales efectos ya he desaparecido. Pero el hombre no se conforma con apenas estar… y así como las horas avanzan impostergables, la memoria nos seduce y quiere ser protagonista.  
El autor

            La poesía de Héctor Baz reside no sólo en sus poemas, sino que logra crear una nueva categoría, la de la poesía en sí, aquella que se libera del texto poético;  la que se evade del estricto formato del poema para, a la vez, sustentarlo y sobrevolar sobre él. Aquí vale tanto lo dicho como lo no dicho, como ejemplos explícitos podríamos mencionar algunos de los varios poemas antológicos que pueblan este libro, como ser “La fiesta imposible” y “Milagro”, lo que asoma detrás de las palabras, lo que apenas se insinúa, esa cifra, ese signo, que más que denotar situaciones reales, connota aquello que apenas se  entrevé. Porque, si bien es cierto que el material poético proviene, las más de las veces, de la peripecia biográfica del creador no por eso ha de ser necesariamente confesional, ya que el poeta se comunica con símbolos. El hallazgo más importante de esta poesía radica en la virtud de erigirse con una voz personal, propia, a través de un libro que es más que una suma de poemas; aquí importa tanto la sensibilidad y la emoción, como la clara noción de la necesidad de la reflexión sustentatoria. El poeta sabe lo que dice  y lo que quiere decir, poemas de verdadera excelencia como el ya mencionado “La fiesta imposible” que por sí sólo justificaría el libro. Pero hay otros y muchos méritos en él; su sólida estructura; el parejo nivel de calidad que se sostiene a través de las distintas secciones; el arduo manejo de un lirismo que se acerca y se aleja del lector.
            Saludamos a Baz por su poesía y porque es un hombre que crea y educa lejos de los centros de cultura, en un Uruguay profundo donde las dificultades son muchas pero la potencialidad de la buena poesía permite superarlas. Estamos ante un caso así. Lo celebramos.
Jorge Arbeleche.